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Foto del escritorFernanda Albarrán

YA NO SÉ QUÉ HACER CONMIGO

Actualizado: 6 mar 2020

Dramaturgia y dirección: Hugo Arrevillaga Serrano

A partir de algunas canciones de “El cuarteto de nos”

Elenco: Ariadne Alfonseca de la Cruz, Andalucía, Judith Cotarelo, Valeria G. Becerril Chaparro, Amaury Garrido Sérbulo, Alejandro Garza Garza, Irma Sánchez Gutiérrez, Victoria Uribe Bátiz, Diego Vega, Rebeca Villalobos, Natanael Ríos, Uzziel Hernández y Aarón Mendoza


Trece burócratas ensimismados en la cotidianidad del godinato intentan sobrevivir al hastió, la competencia y los chismes del día a día. Algunos de ellos desean con todas sus fuerzas el cubículo 14: el más grande, el más importante y con una ventana que da hacia el exterior. ¿Quién ganará el ascenso?


La insensibilidad es la primera regla de la vida ejecutiva. No se debe sentir absolutamente nada porque así se es más productivo. Todo se basa en cuestión de resultados, mientras los sueños se van quedando entre telarañas dentro de una oficina donde ni siquiera el aire da.


Las condiciones de vida de las personas que están atadas a un trabajo burócrata o godín como solemos llamarlo son terriblemente hastiosas. Quienes trabajan ahí se someten a ellas para poder sobrevivir ante el mundo capitalista que nos rige con la excusa de que hay que “madurar” y tener un trabajo formal, sin embargo también se tiene que sobrellevar un ambiente tedioso y demandante donde los pequeños detalles como las horas libres del fin de semana o los dulcecitos que vende la compañera del trabajo son lo único que brinda alegría. No convertirse en un zombi godínes casi una misión imposible.


La puesta en escena parte de las canciones del Cuarteto de Nos que suenan al ritmo de rock y rap y que tienen letras que hablan a cerca del hastío de la vida, de la cotidianidad e incluso también de lo bonito que podría ser.


La energía juvenil de estos actores junto con la pertinencia contextual del tema conjuntan en una hilarante experiencia que te deja con un cierto sabor amargo: Se habla de la situación capitalista burócrata de nuestro contexto, al mismo tiempo que nos hacen reír de todo eso que nos duele pero que termina por ser real. Este acercamiento a la vida diaria y los guiños directos a la tecnología millenial (como Stickers y referencias a memes) hacen que sea un musical tremendamente actual donde se aborda cómo hay que someterse a un trabajo que no nos gusta y nos encierra con el propósito de sobrevivir porque ya somos grandes.


La producción es sencilla pero, justamente por eso, precisa. Los escritorios y los teclados son el eje de todo, son el hábitat de estos 13 burócratas. La luz los acompaña en casi cada cambio de intención actoral, pero la cereza del pastel definitivamente es el videomapping que oscila entre un karaoke para que el espectador pueda cantar las canciones de la obra, así como una ventana al Whats App de la oficina o un circuito cerrado que nos muestra más de cerca la vida de estos godínez.


Los montajes de egreso en el CUT tienen la intención de ser un vínculo y una práctica profesional para dejar atrás lo académico y comenzar a pasar hacia lo profesional. En ocasiones, se suelen descalificar estos montajes académicos de las distintas escuelas de actuación porque se piensa que son amateurs o chafita. Sin embargo, puedo decir que casi siempre me he llevado gratas sorpresas en estos montajes, pues sus directores, quienes casi siempre ya son profesionales de antaño, aprovechan la ductilidad que los jóvenes a punto de egresar poseen. La vitalidad, la fuerza y la pasión es lo que los mueve en el escenario: se les nota esa hambre por devorarse al mundo del teatro.


Me es muy grato reconocer que Ya no sé qué hacer conmigo es uno de los musicales que más he disfrutado y considero mayor el mérito viniendo de un montaje académico de una escuela de actuación que no se especializa en los musicales. No se cuenta con una enorme producción ni con famosos cantantes. La actuación es la principal cualidad de este musical.


Un gran musical no necesita un gran producción ni grandes cantantes ni grandes bailarines, lo que necesita son grandes actores que tengan habilidades en estas disciplinas. En ocasiones el teatro musical es demasiado sorprendente pero demasiado vacuo. Vemos virtuosismos en sus cantantes y bailarines pero no son actores. Tocan temas superfluos o nada pertinentes para nuestra sociedad actual (y la gente los disfruta porque van a divertirse o a ver a los famosos). Quizás de estas dos razones venga el desprecio que algunos tienen hacia los musicales. Creo que por eso este musical debería ser visto, porque rompe muchísimos estigmas que se tienen sobre el teatro musical.


Ya no sé qué hacer conmigo es un musical divertido, sencillo y pertinente que nos hace reflexionar sobre hacia dónde queremos ir como jóvenes o a dónde hemos llegado si es que ya maduramos. Así, como un limón con azúcar: te hace reír de tu desgracia.







Diseño de escenografía: Auda Caraza y Atenea Chávez

Diseño de iluminación: Ángel Ancona

Diseño multimedia: Abigail Cinco Aguirre

Diseño de vestuario: Aurelio Palomino

Coreografías: Marco Antonio Silva, Bruno Uribe y Andrea Montoya

Dirección musical: Silvia L. Dávalos Camacho


Jueves, viernes y sábado 7:00 pm. Hasta abril

Foro del CUT, Centro Universitario de Teatro, Centro Cultural Universitario (Insurgentes 3000, Ciudad Universitaria, CDMX)

Duración: 150 min.


Siempre suya

Fernanda, la Tancha, Albarrán


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