Dirección: Tory Dobrin
Existe un prejuicio enorme sobre el ballet pues solemos juzgarlo como una danza rígida, aburrida y que es solo para mujeres. Sin embargo, el Ballet Trockadero de Montecarlo nos invita a tener otra visión de él.
El Ballet Trockadero nos muestra cuatro diferentes ballets que se sintetizan en los números más importantes de estos, entre ellos el reconocido Lago de los cisnes. Esta síntesis nos permite conocer la historia de dichos ballets y al mismo tiempo comprime la cantidad de números que hay en ellos. La escenografía ilustrativa y el vestuario pomposo son como los de un ballet tradicional, sin embargo, en la interpretación es dónde está la propuesta.
Todos los números y todos los personajes son interpretados por hombres vestidos de mujeres y, a su vez, interpretan ser mujeres bailando ballet. Así mismo, la interpretación de dichas piezas funciona bastante bien pues se oscila entre una maestría y dominación de la técnica y un ingenio y comicidad sobre lo que los personajes están queriéndonos transmitir.
Vemos entonces en todos los bailarines una pericia en la técnica, tal que son capaces de hacerla, rehacerla, deshacerla y jugar con ello. El ballet, así como todas las diferentes danzas, es un lenguaje que busca comunicarnos un mensaje a través de las posibilidades del cuerpo. En esta ocasión, la conjunción entre dicha técnica y lo hilarante de la farsa que se construye sobre esta, hace que el ballet se torne en una escenificación que deambula entre la admiración y la risa, pues no dejan de mostrarnos en escena las habilidades corporales tan precisas que sorprenden a los ojos, así como las capacidades de interpretación fársica que terminan por hacer muy dichosa esta experiencia.
El Ballet Trockadero de Montecarlo, a través de la pericia de la técnica y lo cómico, se burla de esta misma y sus prejuicios, así como de las historias que dichos ballets cuentan, y logra, entonces, romper estereotipos de género en todos aspectos, pues, además de hacernos ameno y gracioso el disfrute de una interpretación dancística tan rígida como es el ballet, nos demuestra que también los hombres pueden bailarlo y ser magníficos en ello.
Sin duda, el Ballet Trockadero de Montecarlo es una buena forma de acercarse al ballet, pues abre las puertas a un mundo de posibilidades en la danza donde la técnica y la interpretación se conjuntan y seducen a su público. Dicho ballet ha venido en varias ocasiones a México, y esperamos que esta no sea la última vez.
6 y 7 de junio 2019. Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Col. Centro, CDMX)
Duración: 120 min.
Siempre suya
Fernanda, la Tancha, Albarrán
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